
En una tarde soleada, Eugenia nos recibe en su oficina de Polanco para presentarnos a su cachorro. Allí, su equipo editorial “muere de amor” cuando ve a “Romeo”, el cual es la primera mascota que tiene ella sola ya que, de niña, sus padres tuvieron varios perros labradores que cuidaba junto con sus hermanos. Antes, había tenido gatos. Ésta es la primera vez que tiene un perro y lo adquirió en un criadero de esta raza en Guadalajara. Es claro que le hace mucha ilusión, “se va a escuchar muy cursi pero cada vez que llego a mi casa me recibe con mucha emoción, me asombra que da cariño y amor incondicional todo el tiempo”. Eugenia nos dice que “Romeo” le ha enseñado varias cualidades: no tener complejos, darse como es, entregar cariño sin importar el resultado, y ser noble.Asegura que el nombre salió el día que su mascota llegó a casa de su hermana Martha, donde había una reunión, y todos le dieron propuestas de nombres por dos horas. Al final Sergio, su pareja, mencionó que él había tenido un perro llamado “Romeo” y a ella le gustó y lo llamó así.Nos cuenta una experiencia con su perro que le impactó: en su casa, estando sólo los dos, “Romeo” comenzó a ladrar como nunca antes lo había hecho, “parecía algo que lo estaba asustando y, cuando me acerqué a ver a qué le ladraba, me di cuenta que estaba viendo algo que yo no veía, es impresionante la sensibilidad que pueden tener los animales”. La conductora y beauty expert rompe con los estereotipos de socialités que hacen de su perro un accesorio de su outfit pues asegura: “Yo nunca he creído en esto de humanizar a un animal, para mí merece respeto, estoy en contra del maltrato, pero no me gusta eso de comprarle ropa carísima u otras extravagancias, porque es humanizar algo que no es, no lo critico, pero es cero mi estilo”. “Romeo” está creciendo, aún no aprende a pasear con correa, duerme en la habitación de Eugenia y Sergio, pero en su propia cama. “Nos gusta mucho jugar con él y quererlo”. Aunque Romeo no es un perro extremadamente consentido, el único permiso que tiene es jugar con una pantufla con relleno de borrega, porque le encanta morderla, “eso es lo que más le gusta en el mundo, no puedo entender que ‘alguien’ sea tan feliz con eso, quizá me está enseñando sobre los pequeños placeres de la vida”, concluye riendo.
